lunes, 15 de octubre de 2012

Una nueva Familia para LEONILA.


  • Adaptación del cuento: LA PRINCESA Y LOS 7 BANDOLEROS

  •   Ciclo al que va destinado mi adaptación: 2º Ciclo de Educación Primaria.  Entre los 7-9 años de edad.
  •   Título: Una nueva familia para LEONILA. ( Adaptación realizada por Aroa Morato Andrino)


   Aquí comienza la historia de unos  fieles y respetados reyes, que habitaban en la Sabana del sur de África. Recibían el nombre de Don León, y Doña Leona.

El resto de los animales que vivían en la misma zona, mostraban respeto, orgullo  y algo de miedo por tener unos reyes tan feroces cómo eran ellos.

Don León, llamado familiarmente Ramoncete, se caracterizaba por tener un buen aspecto, y ser muy seguro de sí mismo. Lucía siempre que podía su gran melena peluda de color castaño, y su cuerpo, era fino, musculoso y elegante.


Sin embargo, era bastante vaguete… le encantaba pasarse el día pensando en su futuro con  su Leona y quedarse recostado a la sombra de los altos y finos árboles típicos de la zona.








Por otro lado, Doña Leona  conocida como Leopolda, mostraba al igual que su pareja, un largo rabo con unos cuantos pero elegantes pelos al estilo de un plumero. Y aunque menos abundante que Ramoncete, lucía también un estiloso peinado.
Leopolda, era la encargada de cazar, y por lo tanto, de dar de comer a Ramoncete… un león,  como ya he dicho anteriormente, un tanto vaguete.
El resto de las leonas que habitaban por la zona, comentaban siempre entre ellas  la gran habilidad con la que Leopolda cazaba grandes presas. Era hábil y muy lista. Sabía cuál era el momento perfecto para atacar.

La relación entre Leopolda la Leona y Ramoncete el macho Rey de la Sabana, cada vez iba mejor. Cada vez, estaban más y más enamorados, por lo que se pusieron a pensar en la gran idea que sería traer un cachorrito al mundo, y así cuando ellos fuesen viejitos y no pudiésen cumplir con la responsabilidad de ser reyes, les pudiera sustituir en el cargo.


Pasaron unos cuantos meses, y Los Reyes de la Sabana, tuvieron una cría. Era preciosa, con un color de piel muy clarita… se parecía a su madre. Y además de ser muy muy pequeñita, tenía una mancha de color negra detrás del cuello.  Eso, le hacía aún más especial y bonita .
La llamaron Leonila, y era la primera leoncita que los Reyes tenían. Por eso decidieron mimarla mucho y protegerla. Poco a poco, la iban enseñando las funciones que una buena leona tiene que hacer en la Sabana para defender su territorio, y para que fuese admirada por el resto de los animales.  Ella, aprendía con gran facilidad.

Su padre Ramoncete  la sacaba todas las mañanas muy temprano a recorrer la Sabana para decirle y explicarle cual eran los mejores sitios dónde podría cazar o cual eran los sitios más adecuados para que pudiera verse con otras leoncitas de su misma edad.
A Leonila, la encanta todo lo que veía… ¡estaba FELIZ!
Su madre sin embargo, era la encargada de enseñarle las mejores de las técnicas para que pudiese cazar con facilidad y que así, no se hiciera daño. Estaba claro, que Leonila, aprendía de una gran profesional… y esa era su mamá.
 Leonila  la cría de los Reyes, cada vez se iba haciendo más y más grande. ¡YA TENÍA 4 Añitos de vida!, y casi era ya una gran profesional en la caza de comida. Su madre, la estaba enseñando muy bien, y todas sus amigas hijas de otras leonas, querían aprender también de ella.

-      -   ¡Leonila! Qué bien cazas, eres ya toda una profesional.
-       -   ¡Enséñanos por favor!….-Decían algunas de ellas. 

Leonila sabía que no lo hacía del todo mal porque sus papás se lo decían, pero tampoco pensaba que ella iba a ser tan buena como lo era su madre.

Una noche, cerca ya del amanecer, aunque la luna seguía durmiendo, y los búhos estaban aún con los ojos bien abiertos, Leopolda avisó a su marido de que no tenía más sueño y que se iba a salir de caza a ver si con suerte alguna presa, estaba disponible a esas horas. Quería cazar temprano para poder disfrutar el resto del día con Leonila. Ramoncete que seguía roncando, se despertó de su más profundo sueño, y preguntó a su mujer si quería compañía porque aún era temprano.





          Leoncita mía… ¿quieres que salgamos los dos? Ahora no hace calor y te puedo acompañar.

Pero  Leopolda decisiva, le respondió que prefería que el cuidase de Leonila. Ella sería capaz de traer toda la comida del día. De modo que sin más hablar salió y Ramoncete  se quedó al cuidado de su pequeña que seguía durmiendo dulcemente.

Pasaron las horas, y el sol salió con tanta fuerza que un rayo de luz, despertó a la pequeña cría de los Reyes. Se levantó feliz como todas las mañanas y al ver que su padre seguía durmiendo, se tiró de manera juguetona sobre él hasta que consiguió despertarle con unas cuantas cosquillas que hicieron que Ramoncete, se levantase de un brinco por la risa que le producían.
Era ya una buena hora para comenzar el desayuno, pero Leopolda  aún no había llegado

-¡Cuánto tarda la fiera de tu mamá! - Dijo Ramoncete con una gran sonrisa.
-¿Por qué la llamas fiera papá? - Preguntó Leonila.
-La llamo así porque tu madre es la leona más perfecta y guapa de todas las que existen en la Sabana, pero no sé por qué, está tardando demasiado… 

Al cabo de un buen rato mientras que Ramoncete aprovechó para estar jugando con su hija,  recibió la visita de un tigre un tanto viejo y desgastado por la edad, que quería informarle de una terrible cosa que había sucedido.
Al oír eso, mandó a Leonila a jugar a otra parte y el escuchó con atención al tigre.

-        -   Lo siento mi Rey. Ha sido una desgracia. Estamos todos apenados.
-        -  ¡QUÉ!, ¡QUÉ HA PASADO! Exclamó  nervioso el León.
-         -  La Reina Leopolda, ha muerto. Tuvo un accidente mientras cazaba esta madrugada. El león se quedó mudo, no podía hablar de la gran tristeza que tenía. ¡Su leoncita, su gran amor, había tenido un accidente mientras cazaba y había perdido su vida! ¡LA VIDA DE UNA GRAN LEONA!

La noticia llegó a los oídos de Leonila, y aunque aún era muy pequeña y no entendía demasiado las cosas, sufrió la tristeza igual que su padre. Aún así, el se encargó de hacerla sonreír día tras día y poco a poco lo iba consiguiendo.
Ramoncete sabía que la Sabana necesitaba de una Reina  al igual que su pequeña hija, necesitaba de una madre. Mucho fue el esfuerzo que tuvo que hacer para seguir adelante, y tomar la decisión de volver a enamorarse de una leona que le pudiera hacer feliz a él y a Leonila.
La pequeña ya había cumplido los 5 añitos cuando su padre encontró a una nueva leona, que se comportó como la mejor de las amigas.
Se llamaba Lorea, era guapa, delgada, joven y muy simpática. A Laonila la gustaba pasar el rato junto a ella porque siempre le hacía de reír.
Sin embargo, todo cambiaba en los momentos de caza. La pequeña  salía con Lorea y ella la enseñaba todas y cada una de las técnicas de caza  que había aprendido de su madre siendo más pequeñita.
Aunque ella sabía que tenía que mejorar, también sabía que lo hacía bastante bien. Y eso, era lo que ponía muy nerviosa y celosa a la nueva novia del  Rey de la Sabana.
Si había algún que otro animal por la zona, que no fuese presa de un temeroso León, siempre aplaudía y felicitaba a la pequeña por el buen trabajo que hacía. Por el contrario, cuando cazaba Lorea, nadie la decía nada.
Y ahí es cuando Lorea la leona mayor, siempre pensaba en voz baja lo siguiente: - ¡Qué tendrá esta mocosa que no tenga yo!

Tan grande era su envidia por esa pequeña que cada vez que hacían cosas juntas no podía evitar hablarla mal. Y una de las tardes, en la que Ramoncete cuidaba de su hija, Lorea  se fue en busca de uno de sus más fieles compañeros para que la ayudase a deshacerse de la  sabionda hija del Rey.




El fiel amigo de la nueva Reina, era un enorme tigre con una cantidad inmensa de rayas negras que le cubrían todo su musculo cuerpo. 

  Buenas tardes mi fiel amigo. –Dijo Lorea-.
-          ¡Hola!. ¿En qué puedo ayudarte esta vez?- Preguntó él.
-          Es algo muy sencillo. –Respondió la leona-.

 Sin hacer más larga la espera, Lorea le propuso el plan que tenía para Leonila. Y aunque el tigre amigo de la reina se quedó alucinado por lo que escuchaba, tenía que ayudarla.
La reina le había propuesto que se acercara a la pequeña en un momento de descuido en el que su padre no estuviera con ella. Que la entretuviese contándola historias y que mientras daban un paseo, se la llevase lejos, muy muy lejos de la zona donde viven para que así, ella no supiese dónde estaba y se quedase perdida en la Sabana.

- ¡Llévatela al territorio de los elefantes! – Ellos viven separados del resto de animales, en un lugar más desierto que esto, y allí, ella no sabrá como regresar hasta su padre.- Necesito ser la mejor en la caza, quiero que todo el reino animal me mire a mí y no a ella. – Le dijo Lorea al tigre.

Y así  sucedió. El tigre fiel, entretuvo a la pequeña leoncita contándola tantas historias que el camino se alargó hasta el territorio de los elefantes. Una vez que llegaron allí, el tigre le propuso que jugaran al escondite para despistarla.

 -     Me gusta mucho ese juego. – Dijo la pequeña. – Aunque ¿qué pasa si no te encuentro y me pierdo?


Leonila, aún no sabía que irse con desconocidos podría hacer que se perdiese. Pero fue entonces el momento en el que el tigre, la notó tan pequeña e indefensa que le dijo al oído todos los planes que la reina tenía para deshacerse de ella. La contó  todo, hasta los celos que la tenía por ser tan buena en la caza.
     
       -   ¡Deberás de quedarte aquí! – Aprende a vivir con los elefantes y no regreses, porque es tanta la envidia que te tiene Lorea, que si regresas, podrá hacerte algo peor.

La pequeña leoncita no entendía nada… ella pensaba que Lorea la quería y que eran grandes amigas pero debía hacer caso al tigre amable que le había ayudado a ver, lo mala que era la novia de su papá.

 Leonila  se quedó sola. No tenía ni idea de cómo volver a casa con su papá. Por eso, tendría que aprender a vivir en esa zona si quería seguir creciendo para llegar a ser una gran leona como lo fue su mamá.
Tenía miedo, no la gustaba andar solita por la sabana. Y menos por ese territorio en el que vivían cantidad de elefantes grandes que sin querer o queriendo, la podían pisar. Ella siempre estaba acostumbrada a ir con su papá de paseo y era él, quien la protegía de lo malo.
Leonila caminó y caminó para poder encontrar algún árbol en el cual refugiarse y poder descansar. Además, tenía muchísima  hambre, y no veía nada para cazar y poder llevarse a la boca.
Estaba muy asustada.
De repente, vio a lo lejos una familia de esos animales grandotes y de color gris que en sus cabezotas tenían unas orejas enormes. Y aunque ella recordaba lo que su padre le había dicho acerca de lo peligrosos que podrían ser por  lo gordetes  que eran,  tenía que acercarse hasta ellos, pedirles ayuda  como fuese.   Ella misma  tendría que aprender a ser fuerte y superar el miedo.
Tras dar unos cuantos pasitos, consiguió llegar hasta ellos.

-        -   ¡Alaaaaaaa! - ¡Qué traseros tan enormes! - Dijo Leonila asombrada.

Ella era muy pequeñita al lado de ellos, tanto, que parecía un ratón.

-¡Hola! - ¿Alguien me oye?- ¡Aquí, aquí abajo!
-¿Qué pasa que no veis?, - ¿Estáis ciegos?

La pequeña daba tremendas voces para llamar la atención de los elefantes hasta que uno de ellos, bastante regordete pero menos alto que los demás, la miró con los ojos y orejas bien abiertos:

-¡AAAAAAAhhhhhhhhhhhh! ¡Papá!, - ¡Mamá! Un leónnnnnnnnnnnnnnn!!!!!!

Leonila asustada gritaba que no les iba hacer nada, que no les cazaría, y que ellos no eran buenos para su paladar, tan solo quería hablar. Ahí, es cuando la pequeña se dio cuenta  de que a pesar de ser unos animales enormes, tenían miedo a los leones. Por eso vivían tan apartados del resto.

-¡Parar! No os preocupéis, no os voy hacer nada. – Respondió ella.

El más pequeño de los elefantes, se dio cuenta de que en realidad no le estaba haciendo nada. Llamó a sus papás, y al resto de los elefantes y les presentó a Leonila.

La pequeña no podía parar de reír, era la primera vez que veía tan de cerca a un animal como esos, y le parecía muy gracioso. 



La familia que se acercó hasta ella, estaba formada por los papás, y 4 hermanos. Tres de ellos, ya eran adultos excepto uno que fue el que primero vio a Leonila. 

-         - ¿Cómo has llegado hasta aquí?- Preguntó uno.
-          -¿Qué te crees que por ser pequeña, tienes el derecho de meterte en nuestro territorio? – Dijo otro de los elefantes.

Entre tanta pregunta, no dejaban hablar a Leonila, que ya se le estaba quitando la risa de la cara, y sus ojitos tenían ganas de llorar.
Pero entonces, el más viejo y padre de los elefantes dijo: - ¡CALLAROS TODOS!- Dejad que sea ella quien hable.
Entonces Leonila, les dijo su nombre, sus años, y contó por qué había llegado hasta allí. Y además para que los elefantes no tuvieran miedo de ella, les dijo que ella no podría cazarles, era aún muy pequeña, y no eran tampoco su comida preferida.
Lo que no contó Leonila  por miedo a que la rechazaran aún más, fue que era la primera y más pequeña hija del Rey de la Sabana.
Pensó que eso les asustaría mucho, y quizá se  podrían pensar que ella estaba allí con ellos para hacerles caer en una trampa.

Al fin y al cabo, Leonila se instaló en esa familia de grandullones que aunque al principio la miraban con miedo, después la integraron en la manada como una más de la familia. La cuidaban, la enseñaron todas y cada una de las rutinas que los elefantes necesitaban hacer a lo largo del día, y además, tuvo la suerte de llevarse genial con el más pequeño de la familia.
Se llamaba Torpito, porque sus padres decían que era un poco patoso a la hora del baño. Pero tenía la misma edad que la leoncita, y los dos, se lo pasaban en grande.

Tras unos largos meses, y mientras Leonila crecía, en el territorio dónde Don Ramoncete vivía con la mala de Lorea, ya se pensaban que la pequeña futura Reina, habría sido devorada por algún animal más grande que ella. La daban por muerta. Sin embargo, lo que no sabían era que Leonila regresaría pronto en busca de su padre y volvería a recuperar el puesto de Reina que Lorea le había hecho perder.
Una tarde en el territorio de los elefantes, Leonila reunió a su nueva familia para contarles en realidad su verdadero pasado. Había llegado la hora.

-         - Familia venid aquí. – Dijo la pequeña.
-         - En realidad, no soy una leoncita cualquiera, soy alguien más importante.
-         - ¿Qué pasa Leonila? ¡Cuéntalo ya! – Decía Torpito.
-          -Soy la pequeña y primera hija del Rey Don Ramoncete- Dijo por fin la leona.

La pequeña informó a la mamá elefanta, que les había mentido por miedo. No quería asustarles más. Ella tan solo buscaba una familia que la quisiera y que la cuidase.

Al cabo de un rato de conversación, la familia de elefantes tomó la decisión de crear un plan para que Leonila pudiese regresar con los de su especie. Y a pesar de que la habían cogido mucho cariño, el deber de su nueva familia, era ayudarla.
La leona ya había crecido lo suficiente para que su cuerpo se hiciese más elegante y su melena luciera un bonito peinado al igual que el que tenía su mamá.

-        -  ¡Leonila! Escucha. Te vamos a ayudar a regresar con tu papá, y así el podrá darse cuenta de lo mala que ha sido Lorea contigo. – Dijeron todos los elefantes muy alegres.La leona se encontraba FELIZ, porque volvería al lugar dónde nació y regresaría con su papá.

Toda la nueva familia, ayudó a la pequeña a encontrar el camino que llegaba hasta la zona dónde su padre y la bruja de su novia la leona, se encontraban. Anduvieron unas dos horas pero por fin, Leonila vio a lo lejos a su papá, tan vaguete y tumbado como de costumbre debajo de un alto árbol que proyectaba una enorme sombra. Al verlo solo, pensó que Lorea estaría de caza, asique ese iba a ser el momento perfecto para contarle todo a su padre.

-          ¡Papá! ¡Papá!.- Gritaba Leonila.

Pero Romancete no se despertaba.
 Él seguía roncando. La joven decidió acercarse más y volvió a gritarle:

-¡Papá, papá! ¡Soy yo! Ellos me han ayudado a regresar.

Entonces en ese momento, su papá de un brinco se levantó y la miró alucinado.

-          ¿Tu? ¿Mi hija?
-        -   No puede ser.- Dijo el León.
-        -   No voy a consentir que alguien me engañe para intentar ocupar el Reino Animal. Mi pequeña Leonila se perdió hace ya varios meses y por desgracia no sabemos nada de ella.  Quizá, haya sido devorada por algún animal y esté muerta.- Continuó diciendo Ramoncete con enfado y bastante tristeza.

Leonila le dejó terminar, pero cuando él terminó de pronunciar la última de las palabras dijo:

-          - ¡Papá! Sí soy yo. Y si no me crees, mira la manchita negra que tengo detrás del cuello. Esa mancha que tanto te gustaba  cuando yo era pequeñita. El rey seguía desconfiando pero le hizo caso a la joven leona. Buscó entre la pequeña melena que le tapaba la zona, aquella mancha tan peculiar que vio a su hija nada más nacer.

-         ¡No puede ser!- Dijo el Rey con alegría.
-          -  ¡Eres tú!- ¡Mi  pequeña y bonita Leonila!

Padre e hija se abrazaron y tras una larga conversación en la que Leonila le contó todo lo que la bruja de Lorea planeó contra ella, también presentó a su padre, a la familia de elefantes que se habían encargado durante todo ese tiempo de cuidarla y mimarla.
Ramoncete muy agradecido con aquellos grandes y gordotes animales, les ofreció quedarse a vivir en su territorio para que Leonila disfrutara de la compañía de su gran amigo Torpito. Ellos sin pensarlo accedieron, pero cuando Lorea regresó de su habitual caza, la cara del Rey cambió de una gran sonrisa, a un gran enfado.

-        -   ¡Lo que has hecho con mi hija no tiene perdón! – Ella confiaba en ti. – Le gritaba Ramoncete a Lorea con grandes rugidos.

El rey finalmente, tomó la decisión de mandar a Lorea fuera del territorio al igual que ella había hecho con la pequeña. La mandó lejos, muy muy lejos del resto de leones y leonas, y de esa forma, cumpliría con el castigo que se merecía.

Ramoncete feliz por el regreso de su joven hija, y ella feliz por estar de nuevo con su papá, disfrutaban cada vez más de los días.
El Rey decidió no buscarse más leonas como novias y decidió que él solito, sería quien disfrutase del crecimiento y felicidad de Leonila. Porque para él…  eso era aún más importante que toda la carne fresca del mundo, o que estar tumbado y roncando debajo de un fino pero alto árbol de aquella Sabana situada al sur de África.

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CAMBIOS Y MOTIVOS ...

Primeramente, comenzaré por argumentar un poco el ciclo al que he decidido destinar mi adaptación del cuento “La princesa y  los 7 bandoleros”: 

Al segundo ciclo ha sido al que yo he destinado mi adaptación, y además estimo que rondaría edades que parten de los 7 años llegando más o menos a los 9. Por lo tanto, creo que sería un libro que gustará a los niños que empiezan y desde ahí continúen segundo de primaria.
Yo en un principio, antes de ponerme a imaginar el qué poner y cómo poner las cosas en mi cuento, quería destinarlo al primer ciclo. Pero una vez concluido el trabajo y una vez terminada la revisión necesaria, he pensado y considerado que quizá  resultase un poco denso para el primero de los ciclos.


A continuación, expondré los motivos o decisiones personales de por qué he cambiado determinadas cosas:

La primera de las cosas que he cambiado y que es posible hacer en una adaptación, ha sido el título. El título de mi cuento es “Una nueva familia para Leonila”.
En “Una nueva familia para Leonila”, encontraréis en juego, la historia que les sucede en la Sabana del sur de África, a una pareja de leones considerados los Reyes del reino Animal, a partir del nacimiento de su primera hija llamada Leonila.
Como podréis ver, he cambiado totalmente los personajes. Han pasado de ser  humanos, a unos animales que existen perfectamente, en las Selvas y Sabanas de nuestro planeta.
En el cuento que Irune contó en clase titulado “La princesa y los 7 bandoleros” los personajes de una manera resumida, eran los siguientes:

  •    El rey.


  •           La reina.


  •           Médico: Encargado de avisar de que la Reina iba a morir por su enfermedad.


  •          La madrasta: Que se casa con el rey cuando su esposa muere para dar una madre a su hija y una Reina al territorio.


  •           La hija de los Reyes, llamada Rosalinda.



  •           Soldado de confianza de la madrasta, que es el que se encarga de llevar a Rosalinda a Sierra Morena para matarla, aunque la salva la vida diciéndola que se marche y no regrese nunca más al Reino.


  •           Y los 7 bandoleros. Que finalmente, uno de ellos llamado Carlos se  enamorado de Rosalinda, y consigue casarse con ella gracias al consentimiento del padre cuando  este descubre lo que la madrasta de la niña, había estado planeando contra ella.

En el caso de mi adaptación, cada uno de los personajes a pesar de convertirse en animales, cumplen también la misma función:

  •  Don Leon, llamado Ramoncete: Es el  Rey de la Sabana.


  •   Doña Leona, llamada Leopolda: Reina de la Sabana.


  •   Leonila. Hija de los Reyes.


  • Lorea: Madrasta de Leonila cuando la mamá de esta, muera de madrugada cazando. (Cumple y hace lo mismo que la madrasta de Rosalinda).



  •     El fiel amigo de Lorea que es un tigre.


  •  El viejo y desgastado tigre, que informa a Don Ramoncete de la muerte de su leona.


  •         Y la familia de elefantes en la cual había 6 miembros.


 Como podréis observar aunque los personajes han cambiado, cumplen todos y cada uno de ellos la misma función que en el cuento principal. 

      El motivo por el cual he realizado el cambio de los personajes, ha sido porque considero que al ser una adaptación dirigida a niños de una edad que parte de los 7 años, el tema de los animales les puede atraer mucho más que no el que se trate de una historia de una princesa que vivía en una época más antigua que la actual.Además, investigando  y mirando de nuevo los cuadros según los intereses de los niños escrito por Francisco Cubells, y el de cuentos según la edad, reconstruido según la teoría de Piaget, puedo sacar las siguientes aportaciones para esta reflexión.



      Por un lado, en el cuadro basado en la teoría de Piaget, de los cuentos según el desarrollo, puedo encontrarme con una diversa información, que me hace seleccionar lo que creo que más relación tiene con la adaptación de mi cuento:



ETAPA OPERACIONES CONCRETAS (7-11 años)


-          Reconoce la existencia de opiniones distintas a la suya.

-          Separa pensamiento de percepción y acción.

-          Puede leer comprensivamente la ficción y la fantasía.
-          Narrativa que incluya claramente la diferencia de puntos de vista del narrador, y personajes más complejos.

-          Vocabulario de lectura fácil.

-          Reconoce el humor en el lenguaje.

-          Tiene un sentido del humor particular y extraño.

-          Reconoce al relación entre hechos y sentimientos








Y por otro lado, en el documento de los cuentos según los intereses de los niños, puedo observar que los temas preferidos que parten de los 6 y 7 años, son los gustos y preferencias por los animales tanto domésticos como salvajes, además de otros muchos. Hablamos ya, de una etapa IMAGINATIVA.

 A pesar de que los personajes se comportan igual en ambos cuentos, tengo que mencionar los motivos que me han llevado a cambiar otras determinadas cosas:

Lo primero que quiero mencionar, aunque no sé si es demasiado importante, es la diferencia de edad  que existe entre Leonila y Rosalinda, dos personajes completamente diferentes pero que a la vez, cumplen y pasan por las mismas aventuras.
Cuando Leonila regresa en busca de su padre tiene una edad de unos 5 añitos. Sin embargo Rosalinda, ya está alrededor de unos 16-17 años.
El motivo de haber variado las edades entre un personaje y otro, ha sido por acercarlo más al ciclo al que quería destinarlo. Creo que mi cuento  gustará a partir de los 7 años, y el hecho de que Leonila sea bastante más pequeñita que ellos, les puede provocar mucho más sentimiento al leer  todo por  lo que la leona vive, que no si  el personaje ya es de una mayor edad como ocurre en el caso de Rosalinda.
Aclarar, que no porque la protagonista sea más mayor a  la edad a la que pueda ir destinado el cuento, ya por eso no va a gustarles. Pero pienso que ofrece mucho más sentimiento y sensación, el que el protagonista  sea más pequeño  o pequeña que los lectores.

Otra de las cosas que he cambiado aunque es poco diferente al cuento de “La princesa y los 7 bandoleros”, es el número de miembros que forman los personajes que tanto en un cuento como en otro, ayudan y cuidan a las protagonistas.
En el cuento de Irune, encontrábamos 7 bandoleros que ayudaron y fueron salvados gracias a la actuación de Rosalinda. Sin embargo en mi adaptación, son solo 6 elefantes los que componen la nueva familia de la protagonista.
He decidido que quienes cuidasen, protegiesen y ayudasen a la leoncita a seguir adelante, fuese una gran familia formada por padre, madre y cuatro hermanos en vez de tan solo unos hermanos que no tengan las figuras paternas.
El motivo que me ha llevado a tomar la decisión de que los elefantes de la Sabana, fuesen una familia completa, ha sido para que los niños se sintiesen identificados con sus propios papás, mamás y hermanos. Me ha parecido muy buena idea que vean cómo algo que está unido y que tiene fuerza, como puede ser cualquier familia, puede ayudar a sacar la sonrisa a cualquiera igual que lo han hecho  estos grandes animales con Leonila en mi cuento.

El siguiente cambio que he realizado, puede ser para algunos más importante que para otros.
La reina de la Sabana llamada Leopolda, muere de distinta manera a la Reina del cuento de “La princesa y los 7 bandoleros”.
Aquí, es cuando interviene y decido establecer una unión entre la función que cumple el médico del cuento que Irune contó, y la función que cumple el viejo tigre que se encarga de comunicar al Rey, que la reina había muerto.
He considerado en mi adaptación, que Leopolda muriese simplemente en un accidente sin tener que pasar por el mal trago de ver a su hija estando ella moribunda como ocurre con el otro cuento. Creo que a unos niños de este ciclo, les puede impactar demasiado el leer o escuchar algo en el que una madre le dice a su hija que la quiere mucho y que siempre la va a proteger.
En el caso de “Una nueva familia para Leonila” tanto el Rey Ramoncete como su pequeña, sufren la tristeza, pero a mi modo de ver, creo que lo he hecho algo más llevadero y no se recalca tanto como cuando Irune nos contó esa escena en clase.

 Otra de las variaciones a las que he sometido el cuento de Irune, ha sido la forma en la que el  Rey reconoce a su hija.
En “La princesa y los 7 bandoleros” como ya sabéis, el rey del cuento reconoce a Rosalinda por la medalla de la que colgaban la virgen y el anillo de boda de su mujer. Pero en mi adaptación, el rey reconoce a Leonila, por la mancha negra tan peculiar que tenía en su clarita piel y que  se situaba detrás del cuello.
Pienso que es una forma divertida, y a la vez bonita de que un padre reconozca a su cría. Esa mancha a Leonila le hacía tan peculiar, que era su código de identificación. A los niños les parecerá algo sencillo pero como he dicho anteriormente, también gracioso.

 También me gustaría mencionar los cambios claves que suceden en los nudos de los cuentos.
En el caso de mi adaptación, destacamos que el motivo por el que la madrastra de Leonila, la tiene tanta envidia y por ello, pide deshacerse de ella desterrándola del territorio de su padre, es por lo hábil que la pequeña leona es en la caza. Lorea la madrastra, quería llevarse todos los halagos y  no soportaba  ver como Leonila triunfaba. Pero por otro lado, en el cuento de Irune, el motivo que tenía la madrastra para deshacerse de la hija del rey, era también la envidia pero desde el punto de vista de la belleza.
Al crear un cuento de animales, he pensado que sería buena idea cambiar la belleza  por la habilidad en la caza. Ya que es algo totalmente necesario en las rutinas de los animales. Eso hace que la escena de mi cuento parezca más realista.

 Y ya para finalizar, y espero que no se me olvide mencionar ningún otro cambio, tengo que citar la simple pero existente diferencia, que he realizado con la familia de elefantes y los 7 bandoleros.
En cada uno de los cuentos, son ellos los encargados de que cuidar a las protagonistas.
En “La princesa y los 7 bandoleros” finalmente consiguen salvarse. El padre de Rosalinda está tan agradecido con ellos que les pone al cuidado de la corte. Sin embargo en mi adaptación, los elefantes además de ayudar a Leonila, les da permiso y ofrecimiento para que se queden a vivir en el territorio del Rey junto  a la joven leona. 
Sí que es verdad, que se trata de  un minúsculo cambio.  Pero  considero y valoro que al tratarse de animales,  no quedaría tan bien el que los elefantes sirvieran al Rey. Me queda mucho mejor, y pienso que es un final aún más feliz y alegre para los niños, el que vean cómo un feroz pero vaguete Rey como era Ramoncete,  no es egoísta y piensa en su hija, ofreciendo  a los elefantes a que se quedasen a vivir allí con ellos para que Leonila, pudiera continuar la amistad con la familia.
Además he de mencionar también, que uno de los bandoleros del cuento de Irune llamado Carlos, se casa con Rosalinda y en mi cuento, la pequeña leona, a pesar de llevarse genial con Torpito, no quedan enamorados uno del otro por ser animales completamente diferentes. Me parecía demasiado irreal, y por eso simplemente, quedan como unos muy buenos amigos. 
















1 comentario:

  1. Perfecto. No me extraña que le gustara tanto a tu amiguita. Te has currado la historia de la prima del rey león son despeinarte el flequillo y has hecho una extraordinaria adaptación.

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