domingo, 30 de septiembre de 2012

Mamá, Papá… ¡QUIERO LEER!


Desde que soy, y somos pequeños, llevamos oyendo lo importante que es la lectura. Y ahora que me encuentro en un momento  clave de mi vida para aprender a ser maestra, lo estoy oyendo aún más.
Recuerdo las etapas de la primaria a la perfección, y a su vez, recuerdo la de veces que nos decían que teníamos que leer. Cada profesor, utilizaba sus métodos para motivarnos y conseguir que su clase adorase a los libros.
Pero ahora que me pongo a pensar en cómo motivaré y conseguiré que mis alumnos los quieran y no los odien, reflexiono también en la siguiente pregunta: ¿Los alumnos querrán a los libros si hay una  buena motivación en el aula? O… ¿Puede ayudarnos a conseguirlo, si en casa se dan hábitos de lectura?

Partiendo de esa pregunta, me he puesto a investigar y a curiosear por las cantidades de páginas que nos ofrece Internet, y consigo llegar a una revista llamada  Babar dedicada a la literatura infantil desde el año 1989, nacida por la experiencia de animación lectora de un colegio de Madrid. Los diseñadores y encargados de llevar a delante la revista, son los propios alumnos  del centro y Antonio Ventura (Maestro, editor y escritor español) que  ha sido también  durante varios años, editor de Anaya (sección Infantil y Juvenil).



 A raíz de esto, llegué a un enlace en el que Antonio Ventura, expone al público un libro/guía en formato digital llamado LA IMPORTANCIA DE LEER EN CASA”.  
Esta guía, tiene diferentes secciones que aparecen con distintos títulos,  y ayudarán a los papás y mamás de la casa, a conseguir que su hijo diga por si solo:” Vamos a leer”


A continuación, os voy a poner el texto que Antonio Ventura hace en una  de sus  secciones titulada:” Los momentos de la lectura”.  En él, se explican cosas que llevamos escuchándolas siempre, y que parecen muy típicas y sencillas de hacer, pero ¿En realidad son muchas las familias que lo hacen con sus hijos?

 “Los momentos de la lectura”

“Cualquier momento del día es bueno para propiciar ese encuentro entre un niño, un adulto y un cuento oral o un libro. Sí, cualquier momento puede ser bueno, pero hay un instante especial todos los días que aparece a la orilla del sueño, cuando el pequeño se va a la cama y utiliza cualquier pretexto para prolongar su permanencia junto a los adultos. Ese es el momento privilegiado para contarle un cuento.
Si ustedes ya han tenido esa experiencia, habrán comprobado que lo de menos es el cuento, es más, en muchas ocasiones la niña o el niño demandan un cuento que ya se saben de memoria, ya se trate de un cuento narrado o leído en un libro, lo importan­te es permanecer un rato más con el padre o la madre o el abuelo. Y también habrán observado que si nos equivocamos en una palabra el pequeño nos corregirá, y nos indicará que no es así, que no es como lo acabamos de nombrar, sino como lo contamos o leímos tantas veces en otras tantas ocasiones. Para ellos recorrer junto al adulto que lee o narra el itinerario de la historia es caminar un sendero conocido, protegidos por la seguridad que da el conocimiento de la peripecia y la presencia de un adulto protector.
Pero no debe ser ese el único momento, debemos procurar que a lo largo del día, a lo largo de  impreso o un cuento narrado. Tras la comida un fin de semana, a media tarde cualquier día, un domingo por la mañana tras el desayuno… Procuremos que la televisión no sea la banda sonora de nuestra vida. Apaguémosla de vez en cuando para procurar un  silencio que reclamará nuestra palabra. Una palabra para conversar, para escuchar, para  contar.
Los pequeños son especialmente sensibles a la entonación de la voz humana  cuando esta narra un cuento, y no solo los niños, también los adultos prestamos una  atención especial, aunque no nos demos cuenta cuando alguien dice: «pues sucedió  que la otra tarde…», o «había una vez…».”


Considero que todo lo que nos cuenta el escritor aquí, es algo imprescindible para poder conseguir que los niños sean los protagonistas de sus propias aventuras y sueños. Y por lo tanto, que sus ganas por ver que pasará en las páginas de un libro gracias a la tierna voz de sus padres o familiares, sean infinitas.

Y es que, aunque a veces este lema no funcione: Si tu lees, ellos leen.
Siempre nos puede ser de gran ayuda para que los niños lleguen al aula, y no rechacen a la lectura.