sábado, 20 de octubre de 2012

Trabajando en honor a Bécquer.

La propuesta de realizar una Semana Cultural en un centro educativo, está orientada a trabajar con lo que Gustavo Adolfo Bécquer nos dejó. En el curso de quinto de primaria.
 Antes de comenzar, os quiero presentar una pequeña reseña bibliográfica de este clásico autor literario:

Gustavo Adolfo Bécquer, nació el 17 De Febrero de 1836 en Sevilla. Como legado para la literatura del mundo, Gustavo Adolfo Bécquer dejó sus "Rimas" a través de las cuales deja ver lo melancólico y atormentado de su vida; en el género de las leyendas escribió la célebre "Maese Pérez el Organista", "Los ojos verdes", "Las hojas secas" y "La rosa de pasión" entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como "La mujer de piedra", "La noche de difuntos", "Un Drama" y "El aderezo de esmeraldas" entre una variedad similar a la de sus leyendas. Hizo descripciones de "La basílica de Santa Leocadia", el "Solar de la Casa del Cid" y el "Enterramiento de Garcilaso de la Vega", entre otras. Por último, dentro del costumbrismo o folklor español escribió "Los dos Compadres", "Las jugadoras", la "Semana Santa en Toledo", "El café de Fornos" y otras más.
http://www.los-poetas.com/a/biobeq.htm

Este proyecto como ya sabemos, tiene que durar una semana. Por lo tanto lo voy a distribuir de la siguiente manera:
 Pretendo trabajar con los alumnos de quinto de primaria, al autor Gustavo Adolfo Becquer desde el ámbito de sus poesías y dos típicas y famosas leyendas. En el caso de las dos leyendas, os dejaré el enlace que os llevará al texto completo de la misma. Si esto lo tuviese que hacer en mi aula mañana mismo, me prepararía una adaptación o buscaría una adecuada, para que entendiesen el objetivo al que les quiero orientar, ya que es imposible que unos niños entiendan a la perfección todo lo que decía el autor en cada una de sus obras. El vocabulario es a veces un tanto complejo y por eso no pretenderé, que el objetivo sea exclusivamente, que me digan de qué trata.

 ¿QUÉ PRETENDO?

Quiero que sientan curiosidad por el autor, quiero acercarles a la cultura y época de la literatura española, quiero que disfruten al máximo de esta semana, y que se den cuenta que la literatura también se puede trabajar de otras maneras. Simplemente, quiero que esta bonita salida de rutina, les interese y que por lo tanto, tenga éxito.

 El colegio donde se va a realizar esta Semana Cultural, tiene un horario de jornada continua. No tienen clases por las tardes. Las clases comenzarán a las 9:00h y acabarán a las 13:45h. RECREO: 11:00- 11:45H


LUNES, Día 1: 

Al entrar en clase, los niños ya sabrán que estas, se han suspendido durante una semana entera. Sabrán también, que se va hacer una Semana Cultural, pero lo que no saben es de qué se va a tratar. Por lo tanto al entrar en clase, lo primero que haría sería explicarles que la Semana de “vacaciones” literaria, estará destinada a Gustavo Adolfo Bécquer. De modo que la rutina de las clases de literatura se van a cambiar por completo… serán diferentes.
Les explicaré que la Literatura se puede de trabajar de otra manera, y que aunque no vamos a estudiar la vida de Bécquer, van a conocer muchas cosas interesantes de este autor de la literatura española clásica. Después de esto, pasaré a proponerles un cambio en la clase. Ellos ya saben que se vamos a salir de una rutina diaria, y por lo tanto, esa semana será diferente en todos los aspectos. Creo que a los alumnos les gustará ese cambio en la distribución del aula. Se están dando cuenta de que las clases no van a ser sentados en sus mismos sitios. Y eso a todos, siempre nos ha gustado.
Las mesas se pasarán a la parte trasera de la clase, de tal forma que la mitad esté ocupada con mesas, todas ellas juntas para que todos los alumnos trabajen en conjunto y que aunque sea algo individual, tengan cerca a un compañero. Y la otra mitad, será un espacio libre, que se podrá utilizar para exponer a la clase o para trabajar en el suelo alguna actividad.
En definitiva, quiero realizar ese cambio en la clase para que se den cuenta de que durante esa semana todo será diferente. Pienso que puede ser un comienzo motivador para ellos.

 • Una vez realizada esta variación en el aula, pasaría al punto clave e inicial para poder comenzar la semana. Todos los alumnos se sentarán en el suelo, y yo les preguntaré lo siguiente: ¿Quién conoce a Gustavo Adolfo Bécquer? Puede que algún niño sí que levante la mano y sepa quién es porque lo haya oído en algún sitio, o porque sus padres le hayan leído algo. Pero supongo que la mayoría de mis alumnos no tienen ni la más mínima idea de quién se puede tratar.
Por ello, el comienzo de la Semana Cultural, será incitándoles para que busquen información en el aula sobre él. Yo previamente, mientras ellos colocaban las mesas habría colocado en las estanterías de la biblioteca de aula, libros sobre él. Además disponemos de un ordenador por clase, de forma que un grupo se puede encargar a investigar por la Red, y otro por los libros que encuentren.
Distribuiría a la clase por la mitad, ya que son dos métodos de los que disponemos para buscar la información.
 El grupo de internet, podrá buscar hasta su bibliografía porque en internet viene de todo. Pero el grupo de la biblioteca de aula, tan solo encontrará libros de sus poesías y leyendas. Ya que quiero que ellos me desvelen qué tipo de obras era las que componía. (Si tan solo en verso, o también en prosa)
Dispondrán para la búsqueda de una media hora. Más o menos desde las 9:15 hasta las 9:45h.
Una vez finalizado el plazo de búsqueda, cada grupo se sentará en una parte del suelo, mirándose cara a cara. Lo que quiero es que en vez de que me cuenten a mí lo que han buscado, quiero que se lo digan a sus compañeros. Será como una exposición por grupos sentados  unos en frente de los otros.
Yo les daré el punto bueno a cada grupo si lo que ha dicho es correcto, y si no, iría yo con ellos a buscar de nuevo la información. Por lo tanto, calculo que esta actividad se puede extender hasta las 10:30h si en algo han fallado.
 He querido comenzar por esta dinámica que creo que es motivadora, y de búsqueda en conjunto pero sin la ayuda del profesor. El cambio en la clase, ya ha sido algo diferente para ellos, y la búsqueda en grupos grandes también, porque es la primera vez que se trabaja en la clase “mitad y mitad”. El hecho de que cuenten a sus compañeros lo que han encontrado y que yo les dé el punto bueno, también les motivará porque verán que lo han hecho muy bien. Y además, tendrán que trabajar el turno de palabra para hablar y la escucha. Ya que no puede ser que todo el grupo sea quien le cuente al otro, lo que han encontrado.

 • Terminada la búsqueda de información, los alumnos sabrán que trabajaba en la poesía y además fueron muy famosas sus leyendas. De forma que pasaríamos a la siguiente actividad.
La pared de la parte trasera de la clase en la que se encuentran todas las mesas, ha quedado totalmente despejada para esa semana. Por ello, creo que podría ser interesante llevar a cabo entre todos e incluso con mi ayuda, la construcción de un enorme mural en el que tan solo pongamos el nombre del autor y una pequeña frase que resuma lo poco que ya sabemos de él.
Poco a poco y con el transcurso de las horas y semanas, iremos rellenando ese mural hasta completarlo entero. Será un espacio visual, en donde los niños recordarán siempre al mirarlo, cómo trabajaron durante esa semana y todo lo que aprendieron.
-El papel del mural será proporcionado por el colegio. Se extenderá a lo largo de todas las mesas, e iré preguntando quién quiere encargarse de escribir su nombre, quien su apellido, y quien su tercer apellido. Una vez decidido, estos niños se pondrán en marcha. Lo harán a su manera porque quiero que sea suyo. 
-Otros tres niños, pintarán las letras de los que se han encargado de poner el nombre y apellidos del autor.
 -Y el resto, me ayudará a mí, a decidir que poner cómo resumen bibliográfico de Bécquer.
Calculo que esta actividad aunque no se ponga mucho en el mural, siempre lleva tiempo. Porque la decisión de qué poner y cómo ponerlo es difícil para ellos. Además al saber ellos que yo no pongo ninguna pauta para que hagan la forma de las letras, colores que deban utilizar, etc. Hará que se preocupen para que les quede bonito. Más o menos desde las 10:40h hasta 11:00h (paro por el recreo) y a la vuelta seguiríamos un rato más.

 • El mural una vez tenga plasmada la propuesta del primer día, no se colgará aún en la clase porque todavía no está completo. De forma que se dejará enrollado en una esquina.
A continuación, pasaremos a lo siguiente: Cada alumno, esta vez de manera individual, se sentará en una mesa cualquiera, y al lado de quien prefiera. La propuesta será hacerles coger un libro de las poesías de Bécquer y que cada uno y de forma anónima, escriba las que más le guste. Cuando hayan acabado, doblarán la hoja de papel y se meterán en una caja de cartón que se encuentra fácilmente en cualquier aula. La idea es que ellos decidan la poesía que más les transmita al leer aunque no sepan cual es su verdadero contenido, y después, uno de ellos saldrá para sacar de la caja de cartón cada papel con su poesía, y decir que tres poesías han sido las que más se han repetido. En el caso de que ninguna se repita, es que los alumnos tienen unos gustos muy diferentes, por lo tanto, se botará después con qué dos poesías trabajaremos a lo largo de esa semana.
Yo como profesora, también decidiré una. Esta actividad nos podría llevar un tiempo aproximado de 45m (12:00- 12:45h) Creo que los alumnos tardarán en decidir cual escribir y escribirla en un papel. Y las votaciones también llevan algo de tiempo.

 • Cuando ya se hayan realizado las votaciones de las tres poesías con las que vamos a trabajar esta semana, yo leeré al resto de la clase la que yo he elegido. No seré yo la primera en decirles de qué tratan las poesías elegidas. Estoy segura que serán ellos los que me sorprendan a mi.
Después de haberlas leído, sí que añadiré mi granito de arena para completar lo que ellos me han dicho del contenido de las mismas.
 Una vez que ya tengamos todas elegidas, explicaré que esas poesías se tendrán que escribir de nuevo en el mural. Pero antes, necesitamos hacer tres grupos (un grupo por poesía) para dibujar algo que tenga que ver con las mismas. Cuando los dibujos estén acabados, los recortaremos y los pegaremos en el mural, al lado del correspondiente poema.
Poesías elegidashttp://www.los-poetas.com/a/beq1.htm



RIMA LIII 

Volverán las oscuras golondrinas 
 en tu balcón sus nidos a colgar, 
 y otra vez con el ala a sus cristales
 jugando llamarán. 
 Pero aquellas que el vuelo refrenaban
 tu hermosura y mi dicha a contemplar,
 aquellas que aprendieron nuestros nombres... 
 ¡esas... no volverán!.

 Volverán las tupidas madreselvas
 de tu jardín las tapias a escalar,
 y otra vez a la tarde aún más hermosas 
 sus flores se abrirán. 
 Pero aquellas, cuajadas de rocío
 cuyas gotas mirábamos temblar
 y caer como lágrimas del día... 
 ¡esas... no volverán!

 Volverán del amor en tus oídos
 las palabras ardientes a sonar;
 tu corazón de su profundo sueño 
 tal vez despertará. 

 Pero mudo y absorto y de rodillas
 como se adora a Dios ante su altar, 
 como yo te he querido...; desengáñate,
 ¡así... no te querrán!

 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 RIMA XXXVIII

Los suspiros son aire y van al aire. 
Las lágrimas son agua y van al mar. 
Dime, mujer, cuando el amor se olvida, 
¿sabes tú adónde va?

 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 RIMA XII 
Porque son, niña, tus ojos 
verdes como el mar, te quejas; 
verdes los tienen las náyades, 
verdes los tuvo Minerva, 
y verdes son las pupilas 
de las huríes del Profeta. 

El verde es gala y ornato 
del bosque en la primavera; 
entre sus siete colores 
brillante el Iris lo ostenta, 
las esmeraldas son verdes; 
verde el color del que espera, 
y las ondas del océano 
y el laurel de los poetas. 

Es tu mejilla temprana 
rosa de escarcha cubierta, 
en que el carmín de los pétalos 
se ve al través de las perlas. 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean, 
pues no lo creas. 

Que parecen sus pupilas 
húmedas, verdes e inquietas, 
tempranas hojas de almendro 
que al soplo del aire tiemblan. 

Es tu boca de rubíes 
purpúrea granada abierta 
que en el estío convida 
a apagar la sed con ella, 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean, 
pues no lo creas. 

Que parecen, si enojada 
tus pupilas centellean, 
las olas del mar que rompen 
en las cantábricas peñas. 

Es tu frente que corona, 
crespo el oro en ancha trenza, 
nevada cumbre en que el día 
su postrera luz refleja. 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean: 
pues no lo creas. 

Que entre las rubias pestañas, 
junto a las sienes semejan 
broches de esmeralda y oro 
que un blanco armiño sujetan. 
Porque son, niña, tus ojos 
verdes como el mar te quejas; 
quizás, si negros o azules 
se tornasen, lo sintieras.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 SIEMPRE HABRÁ POESÍA (Seleccionada por la profesora)

No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista; 

Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía! 

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista; 

Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía! 

Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila; 

Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía! 

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira; 

Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Con la selección terminada, lectura de las poesías  realizada y los dibujos de los alumnos acabados, finalizará este primer día.




MARTES, DÍA 2: 

 • Este ya es el segundo día en el que trabajaría en el aula con mis alumnos de quinto.
El lunes, la jornada finalizó con las votaciones de los poemas, lectura, y la realización de sus correspondientes dibujos. Los alumnos saben que hay que colgarlos todos en nuestro mural visual de Becquer, por ello, comenzaremos así. Puede ser una buena forma, de recordar lo que hicieron el día anterior.
Calculo que durará unos 20 minutos. Una vez pegados todos y cada uno de los poemas y dibujos, volveríamos a cerrar el mural para dejarlo en la esquina correspondiente de la clase.
Después pasaría a explicarles la propuesta cultural del día.
Es el segundo día en el que Bécquer se da a conocer delante de la clase. Pero considero, que aún no conocen otras muchas cosas curiosas de él. Pienso trabajar también con dos leyendas suyas, pero hoy para variar la propuesta, en vez de contarles alguna de sus obras como hicimos el lunes, nos pondremos en marcha para recopilar una serie de cosas curiosas de este autor.
Mi idea, es que previamente hablando con la tutora de la clase de al lado, trabajen cada uno en la búsqueda interesante de lo que las profesoras les propongamos. Y que cuando finalice el recreo, nos juntemos las dos clases de quinto para exponer colectivamente lo que cada clase ha encontrado. Puede ser interesante, y además pocas veces se juntan tantos en una clase. Es cierto que puede ser un poco caótico, pero somos dos profesoras encargadas de motivar y hacer participativa la actividad.
 La búsqueda de información se hará de forma grupal. Es una actividad, que si se hace en grupo puede que les anime más. Se pueden ayudar y puede que las cosas las encuentren más fácilmente.
 Durará alrededor desde las 10:00 hasta las 11:00 que empieza el recreo.
 Primera búsqueda: Familia de Gustavo Adolfo Bécquer. (NOMBRES DE LOS MIEMBROS)
Segunda búsqueda: ¿Se llamaba realmente Gustavo Adolfo Becquer? 
Tercera búsqueda: En esta página que les daré a continuación, deben encontrar que otras destrezas y cosas sabía hacer el autor: http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/becquer/pcuartonivel.jsp?conten=autor


Son tres búsquedas las que tienen que realizar, pero a la vez, servirán para que de forma autónoma aunque con ayuda de sus compañeros, busquen estas intrigantes cuestiones. Puede que les lleve algo de tiempo, porque aunque yo iré en busca de su ayuda si la necesitan, e iré animándoles y felicitándoles si lo han encontrado bien… requiere detenimiento.
Por eso, si antes del recreo no está terminado, nos quedaremos 15m. más para acabarlo y poder ir a la otra clase.
Después del recreo ya estará todo acabado y con ayuda de la otra profesora de la clase de quinto, comentaremos las curiosidades del autor. 
Quedando tan solo alrededor de media hora para que finalice el día, los niños regresan a la correspondiente clase para abrir de nuevo el espacio visual de Bécquer y plasmar en él, las curiosidades encontradas.
 Esta actividad tendrá un apartado en el inmenso papel blanco que se titulará:
 - Investigando, investigando, que de curiosidades estoy encontrando.




MIÉRCOLES, DÍA 3:


  • Llegando ya al tercero de los días de esta Semana Cultural en honor a Bécquer, terminaremos con la sección de sus rimas. Los niños entran en clase y les informaré que hoy será el último día en el que trabajaremos los poemas del autor.
 La propuesta es la siguiente: A primera hora y para que se relajen, les pondré dos de las rimas escogidas en un video del youtube, para que las escuchen. Me interesa hacer esto de tal manera, que los alumnos relajados, se tendrán que tumbar en el suelo encima de los cojines y esterillas. Tendrán que escuchar las rimas con los ojos cerrados y deberán pensar que sienten al oírlo. Una vez que hayan acabado las audiciones, cogerán un folio y dibujarán lo que les haya transmitido cada una de ellas. Para que no se les olvide lo que han escuchado, entre rima y rima habrá un espacio de unos 20 minutos, para que puedan dibujar libremente. No juzgaré los dibujos. Ni diré si tienen relación o no con lo que dice la poesía porque en realidad no me interesa que sepan de qué trata. Quiero saber simplemente, que les transmite el escuchar algunas de ellas. Los dibujos se colgarán antes del recreo en el mural. Y titularemos el apartado de la actividad así: “ESTO SIENTO YO” Aquí os dejo los vídeos de las dos poesías:






A a la vuelta del recreo, la actividad tendrá un carácter totalmente creativo y libre.
Los alumnos, se  inventarán un poema del tema que sea. No tiene que ser referido a las rimas escogidas de Bécquer.
Les daré previamente unas pautas de cómo tienen que rimar las palabras al final de cada verso, y por supuesto, ayudaré si se quedan atascados en alguna frase. A diferencia de las actividades propuestas hasta ahora, esta, será individual. Quiero que se expresen, que creen algo que tenga relación con lo que se está trabajando. Y creo que esta es una buena forma de hacerlo.
Cuando hayan acabado, las poesías personales de cada alumno, no se colgarán en el mural a diferencia del resto. Se sacarán unas mesas al pasillo del curso anterior a quinto, y se expondrán allí. De tal forma que el resto de las personas puedan verlas. Creo que todos nos sentimos muy orgullosos de que alguien vea algo que hemos realizado. Y más, si la profesora motiva y pone su granito de arena para construirlo. Todo esto durará hasta el final de la jornada. Si sobra tiempo, quiero que los alumnos se queden detrás de las mesas dónde están expuestas sus poesías y se sientan poetas por un momento.





JUEVES, DÍA 4:


 • Nuevo día y nuevas actividades preparadas para los alumnos de quinto. Este cuarto día estará centrado en trabajar con los niños el otro género con el que trabajaba Bécquer. (La prosa: Leyendas)
El primero de los días, lo dedicamos a la búsqueda por grupos de la vida y géneros de Gustavo Adolfo Bécquer. Los niños se dieron cuenta de que a parte de las rimas, tiene una gran colección de leyendas.
Para este día, lo que haré será hacer una previa selección de dos de ellas, y contárselas en clase. Como dije al principio son leyendas que si ellos las leyeran individualmente, no se enterarían de mucho además de aburrirse. Por eso, prefiero contárselas yo y ver como se relajan y las expresiones que muestran por lo que ocurre en cada una de ellas. Os expondré las dos leyendas enteras, pero aclaro que yo para llevar a cabo la lectura en voz alta de la misma, haría adaptación personal o buscaría a alguien que la tenga ya adaptada para los niños. Mi objetivo con esto, es que conozcan todas las ramas del autor clásico español. Además, pretendo que se diviertan y disfruten con la escucha.
Quiero hacerles ver que ha habido gente capaz de escribir unos textos realmente bonitos. Después de poner a los alumnos en contexto, comenzaría por esta leyenda titulada: “LOS OJOS VERDES”http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/becquer/rimyley/ojos.htm


Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma. Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tal cuales ellos eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos, cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.

-Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares: ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos y si la salva antes de morir podemos darlo por perdido?
Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res. Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas, jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha que conducía a la fuente. -¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! -gritó Iñigo entonces-. Estaba de Dios que había de marcharse. Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores. En aquel momento, se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar. -¿Qué haces? -exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos-. ¿Qué haces, imbécil? Ves que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque. ¿Crees acaso que he venido a matar ciervos para festines de lobos? -Señor -murmuró Iñigo entre dientes-, es imposible pasar de este punto. -¡Imposible! ¿Y por qué? -Porque esa trocha -prosiguió el montero- conduce a la fuente de los Álamos: la fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res habrá salvado sus márgenes. ¿Cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Fiera que se refugia en esta fuente misteriosa, pieza perdida. -¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí; las piernas le fallan, su carrera se acorta; déjame..., déjame; suelta esa brida o te revuelvo en el polvo... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus, Relámpago!; ¡sus, caballo mío! Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro. Caballo y jinete partieron como un huracán. Iñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecían inmóviles y consternados. El montero exclamó al fin: -Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto a morir entre los pies de su caballo por detenerlo. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que pruebe a pasar el capellán con su hisopo.


II 

-Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Álamos, en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos. Ya no vais a los montes precedidos de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren? Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con un cuchillo de monte. Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar sobre la pulimentada madera, el joven exclamó, dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras: -Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado, por acaso, una mujer que vive entre sus rocas? -¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito. -Sí -dijo el joven-, es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no es posible; rebosa en mi corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede dame razón de ella. El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos... Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió así: -Desde el día en que, a pesar de sus funestas predicciones, llegué a la fuente de los Álamos, y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de soledad. Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa, para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde. Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre. Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer. Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez sería una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio. Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un color imposible, unos ojos... -¡Verdes! -exclamó Iñigo con un acento de profundo terror e incorporándose de un golpe en su asiento. Fernando lo miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría: -¿La conoces? -¡Oh, no! -dijo el montero-. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza y expiaréis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas. -¡Por lo que más amo! -murmuró el joven con una triste sonrisa. -Sí -prosiguió el anciano-; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el Cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor, que os ha visto nacer. -¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Mira cómo podré dejar yo de buscarlos! Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío: -¡Cúmplase la voluntad del Cielo!


III 

-¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre. El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen. Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia. Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro. Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos. -¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza-. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer... -O un demonio... ¿Y si lo fuese? 
El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor: -Si lo fueses.:., te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella. -Fernando -dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música-, yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso. Mientras ella hablaba así, el joven absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes prosiguió así: -¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven..., ven. La noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... Ven, ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro. Ven... y la mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso... Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre. Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.

-------
Como ya he dicho anteriormente, haría una variación en la leyenda. Hay párrafos complicados y aunque el objetivo no es que me sepan decir de qué trata, preferiría adaptarlos. Una vez terminada la historia, nos pondríamos manos a la obra con la actividad posterior a esta.
 Me gustaría que me dijeran a qué les recuerda lo que he contado, porque si he decidido trabajar con esto, ha sido porque se centra en unos ojos verdes al igual que la niña de una de las rimas que seleccionamos el primer día.
En el mural pondremos al lado de la rima número XII, alguna frase que sirva para que la gente que posteriormente, lo vea, se dé cuenta de que a Bécquer no sé si con motivo o no, le encantaba escribir sobre el color verde de los ojos.
 Una frase por ejemplo, podría ser: “Bécquer, autor enamorado del VERDE”
Antes del recreo, los alumnos dibujarán elementos y objetos de la vida real en los cuales el color verde predomine en ellos. Una vez hayan acabado, uno a uno, irán saliendo para enseñar al resto de sus compañeros su dibujo, y entre todos, elegiremos a los dos mejores para colocarlo al lado de la frase escrita anteriormente.

• Después del recreo, los niños volverán al aula. Se sentarán, se tumbarán y se relajarán de nuevo en la zona de los cojines, para escuchar la segunda y última leyenda...  titulada: “EL MONTE DE LAS ÁNIMAS”
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/becquer/rimyley/montede.htm


La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice. Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche. Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.



 -Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas. -¡Tan pronto! -A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte. -¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme? -No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia. Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia. Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia: -Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron. Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos. Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse. Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche. La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.


II

 Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón. Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz. Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio. Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste. -Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío. Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios. -Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres? -No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías. El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza: -Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío? Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra. Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas. Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo: -Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico. -¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió: -¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma? -Sí. -Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo. -¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza. -No sé.... en el monte acaso. -¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas! Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda: -Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde. Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores: -¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos! Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego: -Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto. -¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido. A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último. Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.


III 

 Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho. -¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen. Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso. Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana. -Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente. Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad. Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio. Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables. -¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos? Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento. El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos. Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso. Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!


IV 

 Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.
------------

Al igual que la leyenda anterior, los alumnos sabrán antes de que comience a relatar la historia, una breve descripción de lo que trata para que estén en contexto. Claramente, trabajaría con esta leyenda desde una previa adaptación o selección de los párrafos más entendibles para ellos.

 • Al finalizar la leyenda, preguntaría que les ha parecido. Simplemente me interesa saber cuáles han sido sus sensaciones… si les ha dado miedo, o les ha parecido una historia de “hadas”.
 La actividad que me llevará a finalizar este día, será el incitarles a buscar dónde está el monte de las Ánimas. Una vez que lo hayan encontrado y lo hayamos verificado, me parece interesante que busquemos entre todos algo sobre la ciudad de este monte, para añadirlo también al gran mural de Gustavo Adolfo Bécquer. (Si sobrase tiempo, tendría en la "recamara" otra actividad propuesta. Los alumnos de forma individual, tendrán que dar  un final diferente a esta leyenda. No hace falta que lo escriban. Quien quiera saldrá al medio de la clase, y les contará al resto de sus compañeros lo que ha pensado. 
Se añadiría también al mural.)



 VIERNES, DÍA 5:

 • Llegamos ya al último día de nuestra Semana Cultural. Este día será el más variado en lo referente a las actividades. Nada más entrar los alumnos en clase, extenderemos entre todos lo que llevamos de mural sobre las mesas puestas al fondo de la clase. Ese mural, será el que se exponga en la Jornada De Puertas Abiertas, que por ser el último de los días, podrán asistir las familias.
 El día anterior, se les habrá mandado una carta a los padres de los alumnos, avisándoles de que podrán asistir a la exposición cultural de sus hijos. Pero además de eso, en la carta les pediremos que busquen una rima que ellos elijan de Gustavo Adolgo Bécquer para que este día, puedan escribirlas en unas cartulinas vacías que habremos colgado por los pasillos.
El título de las cartulinas será el siguiente: "LOS PAPÁS TAMBIÉN SABEN DE POEMAS"
Supongo que a los niños les hará mucha ilusión ver como sus papás participan en algo en lo que ellos han estado trabajando a lo largo de la semana.
 El horario de puertas abiertas será a partir de las 10 de la mañana. Pero mientras tanto, tendremos que terminar el mural y colgarlo en la clase.

 • El mural se terminará con un apartado titulado: “Y ESTO DECÍA ÉL”
Quiero colocar una serie de frases célebres recogidas por este autor. La actividad se realizará en grupos. Cada grupo escogerá una frase de entre todas las que aparezcan en un documento impreso que yo les daré y sacadas de esta página:
http://frases.astalaweb.net/Autores/Gustavo%20Adolfo%20B%C3%A9cquer.asp

1. En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y de vuelo desusado a mi fantasía como la luz apacible y desmayada de la luna.

2. La soledad es el imperio de la conciencia.

3. Si pudiera hacerse la disección de las almas, cuántas muertes misteriosas se explicarían.

4. Cambiar de horizonte, cambiar de método de vida y de atmósfera, es provechoso a la salud y a la inteligencia.

 5. El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo.

 6. Dices que tienes corazón, y sólo lo dices porque sientes sus latidos. Eso no es corazón...; es una máquina que al compás que se mueve hace ruido. 

 Ellos se encargarán de escribirlas. 

 • Cuando eso haya finalizado, se pasará a colgar el mural y a continuación comenzará la jornada de puertas abiertas para las familias. Los pasillos decorados, las mesas con las poesías creadas por los alumnos, y el mural, serán algunas de las cosas que los papás y mamás, podrán ver. 
Las clases finalizan antes, y los niños pueden decidir si quieren irse a casa o quedarse en el patio del recreo hasta las 13:45h. 



Creo que he creado  una jornada en la que se van tocando todas las ramas de este autor clásico literario. 
Espero haber sido motivadora en cada una de las actividades, y espero también, haber transmitido lo bien que me lo he pasado creando esta semana cultural. 
Me hace ilusión verme programando algo complicado de hacer, y que por ese motivo, seguro que hay que mejorar para que los alumnos disfruten al máximo. Pero una vez más, he puesto todo de mi parte.












Gustavo Adolfo Bécquer.




1 comentario:

  1. Me encanta tu semana cultural. Perfecta.
    Solo una sugerencia sobre las rimas: antes de explicarles a los niños sobre qué hablan (es decir, antes de inducir su comprensión) simplemente léelas para ellos y deja que te digan lo que han entendido ¡te sorprenderán! Luego puedes, si quieres, comentar tu propia lectura de las mismas con ellos.

    ResponderEliminar