Doy comienzo a la segunda de las reflexiones, basadas en
este caso en la selección y adaptación de los textos folclóricos.
Como primer
paso, y para ponernos en contexto, aunque sí que habíamos oído hablar anteriormente de este
tema, en clase se nos explicó qué eran los textos folclóricos y qué
características tenían.
Algunas de las características que aprendimos fueron: Que son de transmisión oral, que son populares, también familiares, con
multitud de versiones, con distintos orígenes, que no tienen autor, ect.
A esas características, añadimos también que algo folclórico podría existir en cualquiera de los tres géneros literarios que existen. Es decir, en el dramático, en la prosa o en el de la poesía.
De manera esquemática y breve, la explicación a esto fue la
siguiente:
TEATRO
De tipo religioso o profano.
Representaciones en que reflejan al pueblo, las comparsas y como representaciones folclóricas teatrales, encontramos a los Títeres de Cachiporra.
POESÍA
Ligada al baile y a la música. Textos clasificados para cantar o
para recitar.
Pedro Cerrillo, experto en textos folclóricos infantiles en verso, nos dejó la siguiente clasificación:
- Nanas.
- Textos para recitar como oraciones o el "Jesusito de mi vida":
- Textos para jugar. Normalmente eran canciones ya inventadas.
PROSA
Encontramos a los cuentos literarios y paraliterarios.
Dentro de los literarios tenemos a los cuentos maravillosos y leyendas.
Y dentro de los paraliterarios, vemos a las fábulas, mitos y leyendas de carácter religioso.
Ya después de haber hablado de los tres importantes géneros, hicimos un pequeño recorrido sobre los recopiladores más importantes de
los textos folclóricos. Y algunos de los que hablamos fueron: Charles Perrault,
Armand Berquin, Leprince De Beaumount y los Hermanos Grimm.
A continuación y seguido de esta pequeña reseña teórica, plasmo en esta entrada que el punto clave de este segundo bloque, son las
adaptaciones de los cuentos folclóricos. Para ello, se nos dieron unas
indicaciones claves para saber lo que se podía cambiar o no cambiar en una
historia.
Verdaderamente, es un bloque que desde el principio, me llamó bastante la
atención. Es cierto que sabía poco e incluso
muy poco de los cuentos o textos folclóricos, pero con lo que hemos aprendido, ahora me resultar bastante interesante además de necesario para ponerlo en práctico en una clase.
He aprendido
que hay miles y miles de historias populares que van más allá de
Blacanieves o de Caperucita Roja. Y en
algunas de las entradas voluntarias y en las entradas de los enlaces a páginas
Web relacionados con este tema, he encontrado sitios donde hay textos de esta rama, que son realmente interesantes y que desconocía por completo.
Además, ya
sabemos que contarles a los niños cuentos que ya conocen, puede resultar
motivador hasta cierto punto sí se trabaja adecuadamente. Pero sí nos atrevemos
con historias nuevas y por lo tanto, desconocidas para ellos, conseguiremos una
mejor recompensa y una mayor motivación.
Todavía
recuerdo a la perfección, lo mucho que disfruté realizando la actividad
obligatoria para este segundo bloque.
Irune nos
contó en clase el cuento de La Princesa Y Los Siete Bandoleros, y nosotros en
casa teníamos que realizar una adaptación escogiendo uno de los ciclos que caracterizan a la Primaria.
Al igual que
para seleccionar adecuadamente un libro, hay que llevar a cabo unos pasos
claves que nos llevarán a un buen análisis, también hay que seguir unas
instrucciones para realizar una buena adaptación de cualquier texto folclórico.
La
adaptación que yo creé en el mismo lugar que el cuento de Irune, se tituló
“Una nueva familia para Leonila”, y aunque reconozco que al principio estaba
preocupada por cómo me iba a salir, o si sabría hacer lo que Irune pedía en
concreto, disfruté al máximo creando una historia basada en otra.
La
corrección y el resultado que tuvo esta actividad, no fue simplemente
“perfecta” por el comentario de quien se encarga de evaluarme. Si no que fue perfecta y enorgullecedora para
mí, por haber tenido la oportunidad de
contar mí cuento a Paola, una pequeña niña de 7 años como ya os conté en una de mis entradas voluntarias.
“Una nueva
familia para Leonila”, fue una historia totalmente desconocida por ella. Sobre todo porque la había creado yo. Y a pesar que estaba nerviosa y dudar de sí
contársela o no, la recompensa fue estupenda,
y como ya
comenté en aquella entrada voluntaria, a Paola le encantó la historia. Su curiosidad
a lo largo del cuento y su gran sonrisa
en su boca cuando terminé de contársela, fue uno de los mayores regalos que he
tenido.
Esto fue lo
que me hizo volver a reflexionar y lo que me ayudó para darme cuenta de que crear nuevas historias para adaptarlas al nivel o ciclo de
los alumnos, es genial. Es cierto que lleva su tiempo pero también es verdad
que luego les encanta escucharlas y escucharte. Y estoy convencida que aprenden a veces mucho
más de esta manera, que no de otra.
Sí digo que
es cierto que los alumnos están dispuestos a escucharte sea el momento que sea,
es porque gracias a mi tutora de prácticas, he tenido la oportunidad de contar
la historia de “Una nueva familia para Leonila” en una clase de segundo de
primaria en dónde la profesora da la asignatura de alternativa.
Aunque no
estaba toda la clase presente porque la mitad dan la asignatura de Religión,
los que sí que estuvieron me escucharon con ganas y muy emocionados porque nunca
habían oído hablar de aquello que les estaba contando.
Cuando acabé el cuento que yo había adaptado, les dije que separaran las mesas
y cogieran sus sillas para ponerlas en círculo. Quería que todos diesen su
opinión, diciendo sí les había o no gustado y que sacaran además los valores
positivos y negativos de la historia.
Fue una
experiencia extraordinaria. Tengo que agradecer el permiso de mi tutora a que
me dejase hacer aquello. Me sentía la profesora de aquella clase y el debate y
la apuesta en común, fue fantástica.
Y lo mejor de todo, es que mi tutora
decía que era una clase muy habladora, y ella misma se quedó sorprendida al ver
como todos los alumnos estaban interesados en la apuesta en común que se formó cuando el cuento llegó a su fin.
Una vez que
la clase finalizó y dejamos a los niños en manos del siguiente profesor, por el camino hacia la siguiente clase, decidí
preguntar a Mari Luz (que así se llama mi tutora de prácticas), sobre sí alguna
vez ha realizado alguna adaptación para
sus alumnos.
La verdad,
es que me gusta bastante cómo trabaja la literatura y lectura con los niños,
pero aún así, me dijo que en quinto solía hacer menos cosas de este estilo. Hay
un temario que les obliga a ir un tanto más deprisa que en otros ciclos, y no
puede trabajar con esto todo lo que la gustaría. Sin embargo, sí que me comentó
que ha hecho alguna que otra adaptación para las Semanas Culturales y así poder
trabajar el autor clásico literario que habían elegido para la ocasión.
Por otro
lado, el tema de sí les cuenta o no cuentos a los alumnos, le resulta más
complicado en este tercer ciclo, aunque sabe que disfrutan muchísimo escuchando
historias. Está de acuerdo con que de
vez en cuando, se cuenten historias y después se trabajen sobre ellas para
motivar a los alumnos a seguir leyendo, pero me repitió que el tiempo era
demasiado escaso y que es una pena no poderle dedicar
más tiempo a esto.
Por otro
parte, dejamos de lado al ciclo en el que yo estoy pasado la mayor parte del tiempo, y me empezó
a hablar de una clase de alternativa que también tenía con los niños de primero de primaria. En este
ciclo y nivel, sí que muchas de las semanas mi tutora lleva preparadas unas
historias adaptadas e inventadas por ella, o simplemente, en vez
de hacerles leer a los alumnos, es ella la que se las cuenta. Y otras veces, les dice a los niños que
traigan algún cuento de casa para leérselo a sus compañeros.
Al ser la
asignatura de alternativa, son pocos alumnos y se trabaja muy bien.
Yo he podido
presenciar 5 clases con este curso desde que empecé las prácticas y la verdad,
es que he y estoy, disfrutando muchísimo.
Ya es otro
nivel, son otras maneras de pensar pero igual de geniales y fantásticas que los
alumnos del tercer ciclo.
Como
anteriormente ya he dicho, han sido ya cinco clases las que he asistido y en
las que la profesora ha trabajado la lectura con ellos.
Los pequeños
disfrutan, no se quejan porque sea una hora para dedicar a leer. Tienen ganas
de escuchar un nuevo cuento ya sea o no folclórico, y ha esto, le tengo una
envidia demasiado buena porque yo también espero poder recibir de recompensa, sonrisas y las ganas con las que los alumnos
de Mari Luz, la acogen a ella.
En general,
la conclusión que he podido sacar después de haber estado hablando y tratando
este tema con ella, ha sido que la gusta y cree conveniente el seguir
promoviendo la lectura de los textos folclóricos. Ella dice que todo lo que sea
leer es una gran riqueza para la vista. Y ya si se trata de escuchar
cuenta cuentos de historias adaptadas y nuevas, lo es aún más.
Como en una especie de “secreto”, Mari Luz me dijo que ella disfrutaba más con las actividades de
Matemáticas que no con las de Lengua. Pero me alegró escuchar de su boca que su
obligación como maestra es disimular eso, para dar lo mejor de ella a sus alumnos sea la
asignatura que sea.
Yo ya sé, y
ahora lo sabréis todos vosotros, que a mi tutora de prácticas no le gusta
demasiado trabajar en el tercer ciclo con esto por el poco tiempo que hay. Pero
no por ello, me ha hecho cambiar de opinión sobre la importancia de contarles
textos folclóricos a los niños. Al revés, me sigue convenciendo de que es una
muy buena forma de motivarles a recordar y leer historias populares para que
luego reflexionen y valoren lo que antes se contaba, o las historias que hay y que se cuentan por otros muchos países.
Ya he
visto el buen resultado que tiene hacer esto en dos ocasiones. Una con Paola y
la otra en un segundo de primaria.
Y si antes
ya me habían avisado de que los niños me pueden sorprender, ahora que lo he
experimentado y sigo experimentando, me asombran la cantidad de ideas y pensamientos que son capaces de sacar de un
cuento.
Espero poder
encontrar el momento y tiempo adecuado para dedicar de vez en cuando, una
lectura a mis alumnos de cuentos folclóricos. Y además, pienso también poder tener el
mayor tiempo del mundo para poderles hacer y adaptar historias nuevas que procedan
de algún cuento popular, porque aunque ya sé que
disfrutan muchísimo con ellas, también sé
que aprenden más y se interesan mucho más por la leer.
En esta profesión, no solo son ellos los que aprenden de ti . También somos nosotros los futuros o ya maestros, los que aprendemos de ellos.
Perfecto. ¡Te sales, Aroa!
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