martes, 9 de noviembre de 2010

¡Mi gran admiradora! ( Corregido )

Es sorprendente ver como con tan solo observar a la gente, puedas llegar a pensar: ¡Yo quiero ser así!.
Os voy a contar una historia, que a lo mejor os parece totalmente insignificante, pero para mí, fue una de las cosas que más a influido en mí como persona, y una de las cosas, que más me ha hecho aprender de la vida.
Toda esa influencia procede del mundo del deporte y de mi infancia.
Como ya sabréis, practiqué la natación durante un largo periodo de tiempo, empezando en ello, alrededor de los dos años, pero a pesar de todo este tiempo, recuerdo como si fuese  la primera vez a mi profesora.
Reconozco, que me hizo de sufrir mucho, yo tenía pánico al agua, y sin embargo ella parecía no tener consideración de todas las lágrimas y gritos que soltaba, pero justamente ese era su trabajo: Tratar, de quitarme el miedo al agua, y hacer que supiese nadar perfectamente.


Pasaron unos meses, y parecía ser, que mi afición era cada vez mas grande, mi profesora, se empezaba a convertir en mi heroína.
Ella, se llamaba Patricia. 
Mis ojos, cada vez que la veían nadar de aquella manera en las clases, se quedaban perplejos, tenían envidia sana, pero una de las cosas buenas, fue que yo la llegué a su corazoncillo y me llevaba a todas las competiciones que ella realizaba.
Yo disfrutaba como la que más, viéndola competir, pero yo, era aun demasiado pequeña y no lo podía hacer, ya no solo por eso , sino porque no tenía nivel.
Me suelen considerar una persona un poquito cabezota y así me pasó.
Me empeñé en querer avanzar muy rápido, en querer adelantarme a las circunstancias, y esto, no resultó ser lo mejor.
Sufrí un pequeño accidente en una de mis clases. Me empezó, a dar un calambre en la pierna, y notaba como me ahogaba. Ya tenía unos cinco años, pero esto me pasó, por querer nadar más rápido de lo que mi pequeño cuerpo me permitía.
Me llevé un gran susto, volví a nacer, y Patricia, aquella a la que tanto admiraba se llevó una gran decepción de mí, por haberla desobedecido.
Desde ese día, ella me dijo, que sabía perfectamente que yo iba a ser una buena competidora en el mundo de la natación, pero que no por ello, me tenía que adelantar, porque todo necesitaba un proceso.
Pasó el tiempo, y llegó el día. Empecé a competir y mi profesora fue mi gran apoyo, ya que después de lo del calambre iba con bastante miedo a  la carrera.



Terminó la competición, y me nombraron en el segundo puesto. Tenía seis años, y mi cara solo podía expresar FELICIDAD. Lo había hecho, competí con muchas ganas y sin miedo, gracias a ella.
Después de ésta competición, hice unas cuantas más. Mi felicidad, era enorme. Pero con esto, quiero decir, que no siempre el querer avanzar demasiado rápido nos va a resultar beneficioso.
Ahora, ya tengo los 18 años , ya no practico la natación, pero tengo el privilegio de seguir viendo  a Patricia. Y son muchas las veces que recordamos mi imprudencia, pero ya con un pequeño matiz, que cada vez que cuento esta historia, me sirve para hacer ver a los demás, que las cosas llegan, pero hay que darles el tiempo que necesitan. 


Una vez terminada mi narración, lo relacionaré con el vídeo visto en clase.
Sinceramente, cuando Irune nos puso ese vídeo,  sabía que tenía que contaros esto por el simple hecho de que al igual que el alfarero de la breve historia, era el dios del niño, Patricia mi profesora, lo era para mí.
El niño de la historia, quería imitarle sin la intención de dar tiempo a las cosas, al igual que me pasó a mí con las competiciones.





1 comentario:

  1. Precioso.

    Deberías dedicarle un parrafito al vídeo y a cómo te ha recordado aquella época. También sería interesante que pensaras en el futuro y te pusieras tú en el papel del maestro alfarero. ¿Cómo vas a trabajar con los niños entonces?

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